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Los pilotos más locos del mundo vuelan al interior de los huracanes como Milton

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Están locos, muy locos. Las autoridades estadounidenses llevan días repitiendo a los habitantes del entorno de Tampa, Florida, que huyan de la ciudad si no quieren incurrir en un riesgo extremo de perder su vida. Sin embargo, existe un exótico grupo de personas que ignoran las advertencias y vuelan en dirección contraria: son los Cazadores de Huracanes.

Un huracán de categoría 5 es uno de los fenómenos atmosféricos más salvajes y devastadores con los que nos castiga la naturaleza. En la escala Saffir-Simpson no hay espacio más arriba, y Milton alcanzó este nivel antes de tocar tierra en la costa de Florida, con vientos máximos sostenidos de hasta 270 kilómetros por hora. Un dron náutico remitió información sobre olas de más de nueve metros y vientos de unos 130 km/h a setenta kilómetros de su epicentro, el llamado ojo del huracán.

Según análisis del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Milton es uno de los más intensos registrados de la historia. Desde que se encendieron las alarmas, cientos de miles de personas abandonaron la zona, y toda la costa este de Florida parece el escenario de una película apocalíptica. Entre los que suspendieron previstas por esta causa se encuentran la NASA y SpaceX, que cancelaron el lanzamiento de la misión Europa Clipper, cuyos programas tendrían que haberse ejecutado este jueves 10 de octubre.

Resulta obvio que las fuerzas desatadas por Milton desaconsejan radicalmente el vuelo de aeronaves ante la evidente peligrosidad. Sin embargo, hay un grupo que no solo vuela en las cercanías de los huracanes, sino que lo hace apuntando la proa de sus aeronaves hacia su epicentro. Para cumplir su misión, deben atravesar ese gigantesco muro de viento capaz de despedazar un avión y convertirlo en una costosa colección de escombros en segundos. Cualquier comandante en su sano juicio huiría a toda potencia, pero los pilotos, aviones e investigadores del NOAA vuelan hacia las peores condiciones meteorológicas del mundo.

Una de sus últimas misiones quedó reflejada en un vídeo que se hizo viral en las redes sociales. En las imágenes se observa la cabina de una aeronave del tipo P-3 Orion, utilizada habitualmente por ellos, con toda la tripulación agarrándose a lo que podían. Sistemas de medida, accesorios, botellas y latas de refresco vuelan por el interior del aparato, mientras se ve a sus pasajeros bamboleándose como muñecos. En un vuelo regular esto sería solo el preámbulo de una catástrofe, aunque para ellos es moneda común, y hasta se les ve sonreír sin mostrar atisbo alguno de preocupación en una escena para ellos dentro de la normalidad.

Los miembros del NOAA, siglas que corresponden a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, ejercen una de las profesiones más peligrosas del mundo. Su misión es volar a través de huracanes para recopilar datos e investigar científicamente con el fin de informar a su base en tierra. Con esta información, científicos y meteorólogos analizan las trayectorias, fuerza y posibles consecuencias de estos fenómenos meteorológicos.

Para prever huracanes, el NOAA dispone de muchas herramientas. El radar, satélites y modelos informáticos desempeñan un papel crucial en esta previsión, aunque todos tienen limitaciones. Para superarlas, el NOAA opera dos aviones Lockheed WP-3D Orion con el fin de llevar a cabo la recogida de datos a baja altitud y llenar los vacíos existentes en los datos no disponibles a partir de radares terrestres o imágenes satelitales. Derivados del conocido P-3 Orion. Los Cazadores de Huracanes vuelan desde la base aérea de MacDill en Tampa, Florida; una ubicación estratégica, ya que es una zona azotada por huracanes con frecuencia.

Con un toque reconocible de humor, estos dos WP-3D Orion llevan nombres inspirados en personajes de Los Teleñecos: Kermit y Miss Piggy (La rana Gustavo y la cerdita Peggy en España). Miss Piggy fue protagonista del vídeo viral durante uno de los vuelos más seguidos en FlightRadar24.com; lo que viese su personal sería seguido atentamente por el gobierno estadounidense y los habitantes de Florida.

El P-3 es un avión mediano con alas grandes y rectas que ofrece una excelente respuesta a baja altitud y velocidades consideradas lentas. Puede aterrizar prácticamente en cualquier lugar gracias a su tren de aterrizaje alto y reforzado. Con cuatro motores equipados con palas anchas, puede mantenerse en el aire hasta doce horas.

Aviones muy especiales

Las preparaciones específicas para Kermit y Miss Piggy no tienen nada que ver con misiones militares convencionales a pesar del origen bélico del aparato. Lo primero que llama la atención es un enorme disco bajo su panza; además lleva agujas y sensores en su proa y una larga cola gruesa que se extiende más allá del diseño estándar, que sirve para detectar anomalías magnéticas. En su arsenal tecnológico hay radares Doppler avanzados que permiten mapear los campos del viento dentro de los huracanes y sondas Knollenberg para medir las propiedades físicas de las nubes.

Pueden lanzar sondas GPS mediante caída por gravedad similares a sonoboyas utilizadas para detectar submarinos; estas sirven para recopilar datos sobre diferentes regiones dentro del fenómeno. Su lanzamiento se realiza desde el interior del avión mediante tubos que las proyectan hacia el mar.

Las tripulaciones están formadas por pilotos experimentados del cuerpo oficial del NOAA junto con personal científico y comunicadores. Todos completan un intenso curso sobre supervivencia acuática y procedimientos relacionados con sus misiones. Estas preparaciones permiten a los P-3 recopilar datos sobre la estructura, intensidad y movimiento del huracán en condiciones extremas.

Cuando despegan, apuntan el morro hacia la pared ocular del huracán; el aparato es azotado por vientos extremos mientras cae un diluvio cegador y sufren violentas sacudidas provocadas por corrientes ascendentes y descendentes antes de entrar en la relativa calma del ojo. Durante el trayecto sondean cada cambio en viento y presión, repitiendo esta experiencia agotadora durante misiones que duran entre 8 y 10 horas.

Curiosamente, el origen del servicio se basa en una apuesta. El primer vuelo tripulado dentro de un huracán ocurrió el 27 de julio de 1943 durante la Segunda Guerra Mundial. El Teniente Coronel Joseph B. Duckworth era comandante en Bryan Army Airfield, Texas; allí pilotos británicos se burlaban por evacuar aviones AT-6 Texan ante un huracán inminente.

La gran apuesta

Duckworth apostó a los británicos que podía volar dentro y fuera del fenómeno. Se subió a un AT-6 Texan volando directo hacia el ojo del huracán cerca de Galveston. Regresó a salvo demostrando que era posible volar dentro del huracán; poco después realizó otro vuelo llevando al oficial meteorológico para hacer observaciones.

Estos vuelos demostraron la viabilidad del reconocimiento aéreo durante huracanes, marcando el inicio eventual para lo que hoy conocemos como misiones Cazadores de Huracanes. De todas las especialidades que puede tener un aviador, una es particularmente arriesgada: el reconocimiento meteorológico; el atrevimiento inicial ha salvado desde entonces cientos de miles vidas.


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